Los trastornos alimentarios se definen como hábitos desorganizados con períodos de ingesta excesiva que sobrepasan los límites razonables. Entre los trastornos alimentarios más importantes, tenemos a la anorexia. Las personas que padecen anorexia sienten una necesidad constante de no ganar peso, siempre se perciben como gordas y recurren a la supresión del apetito mediante el uso de fármacos, drogas o alcohol, incluyendo anfetamínicos regularmente. Estas personas experimentan problemas psicosomáticos importantes. Es crucial tener en cuenta que también enfrentan un problema de aceptación por parte de su comunidad o entorno social.
La bulimia es otro trastorno significativo. Las personas con bulimia son compulsivas y se caracterizan por comer constantemente alimentos para luego eliminarlos mediante laxantes, purgantes o fármacos que provocan diarreas y vómitos, como una estrategia para no ganar peso. A diferencia de la anorexia, la bulimia puede presentarse en individuos de peso normal, lo que facilita pasar desapercibida esta enfermedad hasta después de dos o tres meses. Una manifestación común de la bulimia es el reflujo gástrico constante y la irritación en la garganta debido a los repetidos vómitos.
Entre los efectos más importantes de la anorexia, encontramos la infertilidad, la osteopenia y la osteoporosis severa, así como la disminución de la masa muscular que hace que las personas sean frágiles y débiles. También pueden experimentar problemas de concentración mental, intolerancia al calor y, de manera crónica, presentar pulso débil, frecuencias cardíacas bajas, tensión arterial baja, e incluso llegar a un paro cardíaco.
En cuanto a la bulimia, se pueden observar cambios en la coloración de la piel, estreñimiento, gastritis, colitis e incapacidad para absorber los nutrientes debido a la falta de asimilación causada por los constantes vómitos y la deshidratación ocasionada por laxantes y diarreas.
Es fundamental que los pacientes con trastornos alimentarios sean atendidos por un equipo de profesionales que incluya un médico bariatra, un endocrinólogo, un psicólogo o psiquiatra, y que cuenten con un programa integral de rehabilitación, similar al abordaje de una adicción en un centro de rehabilitación. Además, es esencial implementar un programa de nutrición ortomolecular, que consiste en la administración de elementos perdidos como magnesio, cromo, sodio, potasio y cloro.