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¿Cómo su hijo puede superar la baja tolerancia a la frustración?

Niños que gritan, niños que lloran, niños que se frustran cuando pierden o no les salen las cosas como habían previsto, y golpean lo que tienen a su alcance. ¿Alguna vez has presenciado este tipo de situaciones?. Explicaremos por qué a los niños les cuesta tanto perder y qué puedes hacer al respecto para enseñarles a tolerar este tipo de frustraciones.


¿Por qué a los niños les cuesta tanto perder?

Entre los 3 y 4 años, aproximadamente, es normal que nuestros hijos quieran ser siempre los primeros y ganar en todos los juegos. Evolutivamente, se encuentran en una etapa caracterizada por su pensamiento egocéntrico, es decir, todo gira alrededor suyo y ellos son los más importantes. Sumado a esto está su poco desarrollada corteza prefrontal, que es el órgano cerebral que, entre sus muchas funciones, está la de controlar la impulsividad, la de poner freno a sus manifestaciones de agresividad. Así que imagínate, son personitas egocéntricas y sin la madurez cerebral necesaria para frenar su cólera, su frustración, su enojo.


¿Entonces, por qué les cuesta perder?

Por lo general, se debe a: por su inmadurez cerebral, por los mensajes de casi todas las diversas fuentes de los medios de comunicación a los que están expuestos (dibujos animados, series, películas, etcétera), y, por último, pero igual o tal vez incluso más importante, porque muchas veces los padres, sin darse cuenta, le envían mensajes a sus niños que le dan a entender que perder es malo, es humillante.


Aquí las causas al respecto, por las cuales les cuesta perder:

Primero, por su inmadurez cerebral. Como comenté en un párrafo anterior, los niños no tienen aún madura su corteza prefrontal. En realidad, esta estructura cerebral recién termina de madurar entre los 25 y 30 años. Es decir, ni los adolescentes la tienen desarrollada. Por tal motivo, pretender que un niño de 3, 4 o 5 años tolere situaciones desagradables y exprese adecuadamente su malestar emocional es biológicamente imposible. Salvo que dicha situación frustrante sea de leve o moderada intensidad y los padres de manera regular le enseñen a tolerar la frustración. De no ser este el caso, lo más probable es que el niño siempre explote cuando pierde o no le salen las cosas como había previsto;

Segundo, por los mensajes de casi todas las diversas fuentes de los medios de comunicación a los que están expuestos. La gran mayoría de niños, probablemente no me equivoque al decir que más del 95% de niños, todos los días, están expuestos a material multimedia, a los medios de comunicación, los cuales, ya sea mediante dibujos animados, series, películas, etcétera, los están bombardeando con mensajes que les dejan bien claro que perder es malo, que las personas que pierden son menos valiosas, merecen el desprecio, la burla, tienen algún tipo de incapacidad, etcétera. Si tu niño tiene acceso a multimedia, lo más probable es que esté expuesto a este tipo de mensajes de manera frecuente o muy frecuente, salvo que tú escojas cuidadosamente el contenido que verá y lo supervises. Pero si este no es el caso, pues déjame decirte que tu niño, si está expuesto a este tipo de mensajes;

Tercero, porque muchas veces los padres, sin darse cuenta, le envían mensajes a sus niños que le dan a entender que perder es malo, que es humillante. No son pocos los padres que ríen y se burlan cuando, en alguna actividad, logran ganar a sus hijos. Si bien es cierto, esto puede ser una especie de celebración por haber ganado, pero si lo miramos desde el punto de vista del niño, quien de seguro está saturado de los mensajes de los medios de comunicación, ¿cómo creen que está interpretando esta situación? ¿Qué mensaje creen que está internalizando? Si los medios de comunicación ya sembraron la idea, la creencia de que perder es malo, es humillante y motivo de vergüenza, con la actitud de los padres de reír o burlarse de sus niños a causa de que ellos ganaron y sus hijos perdieron, probablemente estén internalizando de una vez por todas este tipo de creencias;

Cuarto: Hazle responsable de su conducta explosiva. Es decir, si por frustrarse tu niño golpeó sus juguetes y los rompió, déjalo con su juguete roto y no le compres otro. Si tu niño pide que le compren un carrito nuevo porque el que tenía ya lo rompió, la idea es, de manera amable, decir: "Lo siento, mi amor, pero tus cosas, tú las debes cuidar. Si se te rompen o las rompes, no te compraré otro, porque no fue mi culpa que esté roto, sino que fuiste tú quien permitió que eso pase. Así que ya sabes, si no quieres quedarte sin juguetes, es mejor que los cuides;

Quinto: Hazle recordar las posibles consecuencias de las que será responsable en caso de que tenga conductas explosivas. Supongamos que ves a tu niño a punto de golpear sus juguetes. Desde la calma y con un tono de voz cordial, recuérdale que si rompe sus juguetes, tendrá que usarlos así, todos rotos y malogrados, porque no se le comprarán otros para reemplazar los que rompió. Del mismo modo, si se enoja porque está perdiendo en el juego, recuérdale que todos están jugando para divertirse y que trate de estar tranquilo, ya que si no, tendrían que dejar de jugar, porque el objetivo del juego es pasarla bien, no enojarse;

Sexto: Por último, procura estar atento a tu niño cuando emprenda alguna actividad para actuar a tiempo. Con esto me refiero a que trates de estar atento a las conductas de tu niño para que puedas detectar cuando está empezando a frustrarse. Cuando lo notes, trata de estabilizarlo con tu paz, tu tranquilidad, tu empatía, tus brazos, tu paciencia y tu amor. Si has seguido todas las sugerencias anteriores, es muy probable que lo logres sin mayor dificultad o con una mínima dificultad.

Author: Dr. Guillermo Cieza

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