El tic se define como un movimiento involuntario repetitivo,
brusco, de aparición rápida, no controlable, que no tiene ninguna finalidad en
sí mismo. Puede interferir o no en la vida del paciente. En el caso de que
interfiera en la vida del paciente, debido a que los tics son llamativos,
existen tratamientos específicos para ello.
Existen tics motores y tics vocales. Estos pueden ser
simples o complejos. Los vocales suelen ser por movimientos guturales,
carraspeo, y los motores pueden ser movimientos de pestañeo, movimientos de
hombros o giro de cabeza. Generalmente, son rostro-caudales.
Existen tres tipos de trastornos: los transitorios, que
remiten espontáneamente y tienen una duración menor a un año y más de 4
semanas; el trastorno de tics crónicos, que dura más de un año y que puede ir
asociado a una ansiedad añadida al trastorno; y luego, un trastorno que es
menos frecuente, que es el Giles de Tourette, que combina tics motores simples
y complejos con tics vocales y que suelen aparecer a lo largo del tiempo
progresivamente. El origen es genético, sobre todo por afectación de los
ganglios basales.
Existen dos tipos de tratamientos: el tratamiento
farmacológico que atenúa los síntomas de los tics y el tratamiento conductual
que mejora el manejo de los tics y de la ansiedad asociada. Cuando los tics van
asociados a otros trastornos como el trastorno obsesivo compulsivo y el
trastorno de déficit de atención hiperactividad, hay que asociarles otros
tratamientos para remitir los síntomas de ambos trastornos.