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Consecuencias de un padre ausente, y cómo estar presente

Él está presente en la crianza de nuestros hijos, o el no dedicarle el tiempo suficiente tiene consecuencias tanto para nosotros, los padres, puesto que suele desencadenarse un sentimiento de culpa, como también para nuestros hijos, en quienes suele presentarse inseguridad por falta de modelos paternos, baja autoestima, dificultad para gestionar su efectividad y sus emociones (tristeza, depresión, falta de interés por todo, desmotivación, etcétera). Al menos así lo ha demostrado una investigación publicada por el Observatorio de Empresa Familiarmente Responsable y elaborada por la Fundación Másfamilia.

Muchos padres aún creen que satisfaciendo las necesidades básicas de sus hijos, comprando los juguetes, sangrando los corrigiendo y jugando con ellos de vez en cuando, es estar presente en sus vidas. No necesariamente es así; padre ausente no necesariamente es aquel o aquella que se fue de casa, y un padre o una madre presente no necesariamente es aquel o aquella que vive en el mismo hogar con sus hijos.


¿Quién es realmente un padre o madre ausente? ¿Cuáles son las consecuencias en los hijos de esta ausencia? ¿Cómo estar verdaderamente presentes en la vida de nuestros hijos?

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Muchos padres aún creemos que padre ausente es aquel que se va a vivir a otro lado, a otra casa, y no necesariamente es así. Hay muchos padres que se divorciaron o separaron, que fueron a vivir a otra casa, pero están muy pendientes y muy presentes en la vida de sus hijos: los visitan, interactúan regularmente con ellos, les llaman, se relacionan saludablemente con sus hijos, etcétera. Definitivamente, están muy presentes en sus vidas.

Yo mismo he atendido algunos casos de estos, y muy gratamente me sorprendió un caso en el que justamente el padre que se fue a vivir a otra casa fue el que pidió una cita conmigo. No porque su hijo presentaba conductas alteradas, sino porque quería que yo haga un trabajo de prevención para disminuir al máximo las probabilidades de aparición de problemas emocionales y conductuales en su hijo. Como era de imaginar, este papá se llevaba bien tanto con el niño como con la mamá de su hijo. Entonces, como te decía, no necesariamente los padres que se van a vivir a otro lugar son padres ausentes, pero tampoco los padres que viven junto a sus hijos son padres presentes, pues existe otro tipo de ausencia que golpea la formación psicológica y emocional de las personas.

Esta se da cuando los padres viven con sus hijos, pero no están disponibles para ellos, ya que se encuentran enfocados en otras actividades, ya sean personales, laborales y sociales. Para el niño, da lo mismo, puesto que le genera el mismo daño: sus padres no han podido encontrar un equilibrio ni punto medio entre sus necesidades personales y las de sus hijos, y será necesario, imposible encontrar un balance.


¿Cuáles serán las consecuencias de persistir en ser un padre o madre ausente?

Para responder a estas preguntas, quiero contarte el caso de Diana. Ella es una mujer de 27 años, es médico de profesión, le va muy bien en su trabajo. Tiene una forma de ser muy asertiva, comprometida y dinámica, que le ha permitido ganarse la simpatía y el respeto de sus colegas, pacientes y demás personas que la conocen. Ella creció en una familia donde todos siempre tenían algo que hacer. Su padre era abogado y gran parte del tiempo se encontraba trabajando fuera de casa. Cuando estaba en su casa, era para revisar documentos, redactar casos y recibir a sus clientes para conversar sobre sus litigios. Por otra parte, su madre era enfermera. Mientras estaba trabajando, nadie podía contactarse con ella, y cuando volvía a casa, ella estaba tan cansada que caía rendida en su cama hasta el día siguiente, para continuar con la rutina.

Ambos padres sabían que sus actividades eran importantes y consumían gran parte de su tiempo, por no decir casi todo su tiempo. Así que optaban por contratar a alguien que cuidara de Diana. Por su parte, Diana comprendía lo que sucedía y siempre recibió de buen ánimo a las personas que la cuidaban. Aún así, ella anhelaba pasar tiempo con sus padres, contarles sus vivencias diarias, acompañarles a hacer la tarea, cocinar juntos, que la llevaran a dormir, que asistieran a las actuaciones del colegio, en fin, que de alguna forma estuvieran diariamente presentes en su vida.

Sus padres la amaban, y ella a ellos. Ellos nunca le agredieron, al menos no intencionalmente, pero su ausencia era notoria, y con el tiempo, Diana fue desarrollando un sentimiento de soledad, un vacío emocional, una necesidad de ser querida que no sabía cómo afrontar. Un día descubrió que al tener pareja, dejaba de sentir ese vacío. Se sentía amada, acompañada, y empezó a idealizar sus relaciones. Al idealizarlas, justificó y permitió diferentes malos tratos, infidelidades e incluso ser la amante por varios años, ya que llegó a sentir que no tener una pareja era más doloroso que tenerla.

Nadie supo por lo que Diana pasaba. Ella aprendió a ser muy reservada con su vida privada. Se llevaba bien con todos, pero no tenía amigos en quien confiar. Ni sus padres tenían ni idea de la inestabilidad emocional que vivía. Pues, en su día a día, ella seguía siendo una gran profesional.

Como podrás darte cuenta, la relación entre padres e hijos juega un rol de suma importancia para aprender cómo relacionarnos con otras personas que serán relevantes en las etapas de la adolescencia, juventud y adultez. La estabilidad emocional que desarrollamos a raíz de este vínculo con nuestros padres es un ingrediente clave para una vida saludable, que nos permitirá tomar decisiones coherentes, éticas, morales y que protejan nuestra integridad física y psicológica.

 

¿Qué sucede cuando los niños tienen poco o nulo contacto con sus padres?

Es probable que desarrollen las siguientes conductas o formas de ver la vida:

Desconfianza en los demás: si mis padres no han estado cuando los necesitaba, mucho menos lo estarán quienes no son mis padres. Este tipo de creencia puede desembocar en problemas para relacionarse con los demás.

Problemas de conducta: muchos niños buscan llamar la atención de sus padres y lo hacen mostrándose rebeldes. Se portan mal en la escuela, utilizan la agresividad, se saltan las reglas, etcétera. Es una manera de decir a sus padres: 'Yo existo, tómenme en cuenta.'

Problemas emocionales: la falta de cariño por parte de alguno de los padres en la infancia puede dar lugar a serios problemas para controlar sus emociones en la adolescencia, puesto que papá o mamá no estuvo presente de manera regular para enseñarle cómo hacerlo.

Adultos dependientes en exceso: estos niños con ausencia paterna o materna son personas que han crecido con el vacío de no tener presente a una de las figuras de amor más importantes durante casi toda su niñez. Debido a ello, es muy probable que tengan la necesidad afectiva de llenar ese vacío, lo cual puede llevarlos a soportar una diversidad de malos tratos por parte de sus parejas, con tal de no estar solos nuevamente.

Quiero aclarar que, si bien es cierto que muchas personas que no han tenido padres presentes pudieron sufrir estas consecuencias, no estoy diciendo que estas sean definitivas. Son probables, muy probables, pero no son una sentencia que sí o sí se cumplirá.

Debido a todo lo anteriormente comentado, hoy quiero compartir contigo algunas pautas que te ayudarán a ser un padre o una madre presente y comprometido, a pesar de las múltiples demandas de la vida cotidiana. Recuerda que la base de una crianza saludable está conformada por el amor, la firmeza y el respeto. El objetivo es mantener estos pilares en la relación con tus hijos, a pesar de las demandas laborales, sociales y necesidades personales.


¿Cómo hacerlo?

Número 1: Nutre diariamente el vínculo con tu hijo o hija utilizando expresiones de afecto físicas como abrazos, besos, caricias, palmadas en el hombro, etcétera; y verbales, como por ejemplo, diciéndole que lo amas tanto cuando se porta bien como también cuando no lo hace. El objetivo es que sepa que lo amas y valoras incondicionalmente.

Número 2: Fomenta la comunicación diaria. Utiliza todos los canales que sean necesarios para mantenerte en contacto. Cuando no puedas estar físicamente con tu hijo, puedes hacer llamadas, videollamadas, mensajes escritos, mensajes de voz, dejarle cartas, notas motivadoras para empezar el día, aprovechar la hora de almuerzo, ir a casa y comer juntos. Puedes establecer una hora del día en que apagará su celular y se sentarán a conversar. Utiliza tu creatividad y piensa que estás buscando la forma de comunicarte con alguien a quien amas demasiado. El objetivo es que tu hijo comprenda que siempre puede tener acceso a ti.

Número 3: Comprométete a realizar una actividad diaria que realizarán juntos sí o sí. Como por ejemplo, los lunes bailar una canción al empezar el día, martes jugar algo de su agrado, miércoles hacer un rompecabezas, jueves leerle un cuento antes de dormir, viernes ver una película durante la tarde, sábado regar las plantas o bañar a la mascota, y domingo algo espontáneo que decidan hacer. El objetivo es no perder la experiencia de vivir cosas juntos.


Poner en práctica estas tres pautas permitirá que, a pesar de las múltiples actividades que realizas fuera y dentro de casa, tu pequeño sepa que lo amas, que tiene acceso a ti frente a cualquier circunstancia, y que cuando alguien ama a otra persona, siempre puede hacer tiempo para compartir, porque ese momento juntos es tan o más importante que las demandas de la vida adulta que también enfrentará en su debido momento.

Al aplicar estas pautas, también surgirán situaciones que te permitirán conocer y corregir a tu hijo. Al vincular temas con tu pequeño, verás con mayor claridad qué necesita aprender: a manejar sus impulsos, expresar su ira, enfrentar el miedo, atravesar la frustración; y todo esto es totalmente normal. Si te chocas con estas situaciones, quiere decir que te estás vinculando con tu pequeño y tienes la oportunidad de ejercer tu guía y liderazgo como padre o madre. Así que respira profundo y recuerda que tú educas con amor, firmeza y respeto.

En conclusión, un padre o madre ausente no necesariamente es quien vive en un lugar diferente al que vivió su hijo, sino aquel padre o madre que no interactúa con él, que no participa en su vida, ya sea que vivan en la misma casa o en un lugar diferente. Asimismo, hay muchas alternativas para estar presente en la vida de tu hijo, desde notas y videollamadas hasta compartir buenos momentos jugando con él.

Obviamente, lo ideal es interactuar físicamente con tu hijo.

Author: Dr. Guillermo Cieza

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