Ansiedad, irritabilidad, inquietud, pensamientos obsesivos,
aislamiento social, son algunas de las conductas habituales de un niño que
suele estar muy expuesto a las pantallas, según la psicóloga infantojuvenil
Gema José Moreno. La obsesión o la necesidad de estar frente a una pantalla se
considera una adicción sin drogas, pero con consecuencias parecidas a la
adicción a sustancias.
Comencemos respondiendo la pregunta: ¿por qué se genera adicción hacia las pantallas? Hay teorías que
postulan que se debe a la estimulación de los siguientes neurotransmisores:
La oxitocina,
conocida como la hormona del amor pero también de la conexión social. Se activa
cuando usamos aplicaciones de redes sociales, ya que el cerebro interpreta los
mensajes que llegan mediante redes sociales como si estuviéramos interactuando
realmente con personas. Publicar una foto, responder a los comentarios, tuitear
a la gente; para el cerebro, todo esto puede dar una sensación similar a la de
reunirse con amigos en persona. Esto mismo sucede con los niños cuando juegan
juegos en línea y se comunican con sus compañeros mientras juegan.
La dopamina,
neurotransmisor que se desprende en el cerebro cuando obtenemos una
gratificación o sentimos placer. Aunque sea popularizada la idea de que la
dopamina se encarga de hacernos sentir placer, no es exactamente así. Lo que
sucede realmente es que la dopamina nos hace desear más de aquello que nos da
placer. Esa ansia liderada por la dopamina es la culpable de que nos volvamos
obsesivos con algo, de que no podamos parar y desarrollemos ansiedad por
consumir aquello que nos genera dopamina. Las sorpresas causan subidas de
dopamina, haciendo que nos enganchemos a mirar constantemente el móvil o la
pantalla que estemos utilizando, porque no queremos dejar de sentir esa
recompensa inmediata que nos brinda el contenido que estamos viendo. Todos los
algoritmos, ya sea de Facebook e Instagram, Google, compiten para que te quedes
el mayor tiempo posible frente a la pantalla, buscando captar nuestra atención
ofreciéndonos más de aquello que nos interesa, que nos da ese aumento de
dopamina, sea para bien o para mal. Lo mismo sucede con el contenido multimedia
diseñado para el público infantil.
El cortisol,
conocido como la hormona de lucha o huida o la hormona del estrés. Es la que te
permite saber cuándo estás en peligro potencial. Si eres del tipo de persona
que regularmente revisa su teléfono, por ejemplo, cada 15 minutos, dejarlo de
hacer puede desencadenar una liberación de cortisol y, por lo tanto, generarte
estrés. Para deshacerte de la sensación de estrés o ansiedad que te genera el
cortisol, tomas tu teléfono para ver si ha pasado algo. Lo mismo sucede en
niños que pasan mucho tiempo frente a las pantallas.
Bien, ya que respondimos la primera pregunta de por qué o
cómo se genera la adicción a las pantallas, vayamos a la siguiente pregunta:
¿realmente son dañinas?
Un estudio con niños de 3 a 5 años sugiere que el tiempo
frente a pantallas afecta el desarrollo de las áreas del cerebro responsables
del procesamiento visual, la empatía, la atención, la memoria compleja y las de
lectura temprana. El estudio, publicado el 9 de noviembre de 2022 en Scientific
Reports, fue dirigido por John Hutton y colegas del Centro de Descubrimiento de
Lectura y Alfabetización de Niños en Cincinnati.
Este estudio involucró el empleo de resonancias magnéticas
en 52 niños sanos de 3 a 5 años y el análisis de sus estructuras cerebrales de
acuerdo con el uso de medios digitales de cada niño. Las medidas estructurales
de la resonancia magnética fueron el grosor cortical, que mide el grosor de la
superficie de la materia gris del cerebro, y la profundidad de los surcos, que
mide la profundidad de los surcos entre los pliegues del cerebro.
Ahora que entendemos estos conceptos, continuemos con el
relato de la investigación. El equipo de John Hutton descubrió que un mayor uso
de los medios digitales se asoció con un grosor cortical más bajo, es decir,
con menos materia gris, y una profundidad de surcos cerebrales más baja en
múltiples áreas del cerebro.
Recordemos que estos surcos permiten al cerebro optimizar la
comunicación entre la memoria, el aprendizaje y otras etapas del procesamiento
cerebral. Asimismo, los escaneos encontraron un subdesarrollo en áreas
cerebrales de orden superior que respaldan habilidades más complejas como el
lenguaje, las habilidades de lectura, las habilidades sociales, la codificación
de memoria compleja, la empatía y la comprensión de las expresiones faciales y
emocionales.
¿Qué significa esto
para las familias?
Estos hallazgos, que evidencian diferencias en la estructura
del cerebro relacionadas con un mayor uso de los medios digitales, son muy
importantes porque el cerebro crece muy rápidamente antes de los 5 años y
además es extremadamente sensible a las experiencias. Por tal motivo, es
recomendable que los padres sean cautelosos respecto al tiempo que exponen a
sus hijos a las pantallas a edades tempranas y se esfuercen por mantener el uso
al mínimo mientras fomentan actividades análogas como leer, hablar y jugar.
Según Hutton, la
consistencia de los resultados de estos estudios del cerebro en niños pequeños
y adolescentes sugiere que puede haber un impacto acumulativo del uso de los
medios digitales que tiende a aumentar con la edad. Por lo tanto, limitar
el tiempo de pantalla y fomentar alternativas saludables lo antes posible es
una buena estrategia para ayudar a los niños a crecer saludables, bien adaptados
y exitosos en la escuela y en la vida.
Por otro lado, el neurocientífico Michelle, quien además de
sus investigaciones ha revisado ampliamente otras investigaciones referentes a
los efectos de la tecnología en niños, ha encontrado que la exposición a estos
artefactos podría generar las siguientes consecuencias en mayor o menor medida:
Problemas de atención
y concentración: Ya se ha demostrado que los menores que consumen
contenidos digitales durante más de dos horas al día tienen un riesgo seis veces
mayor de desarrollar trastornos de atención que aquellos que no superan los 30
minutos.
Afecta la calidad y
cantidad de sueño: Las pantallas retrasan la hora de irse a la cama,
acortan el tiempo dedicado al sueño y aumentan la latencia de inicio del sueño.
Esto puede provocar impulsividad, deterioro de la memoria, la capacidad de
aprendizaje y del funcionamiento intelectual diurno, afectando el rendimiento
escolar.
Privación de
experiencias que permitirán un óptimo desarrollo cerebral: Generando un
retraso o deficiente desarrollo de capacidades como atención, concentración,
lenguaje, etcétera. Por ejemplo, cada media hora diaria que los niños de 18
meses dedican a un teléfono móvil multiplica casi por 2,5 la probabilidad de
sufrir retrasos en el lenguaje.
Bajo rendimiento
académico: La literatura científica ha demostrado de forma clara y
contundente que las pantallas domésticas ejercen un significativo efecto
perjudicial en el rendimiento académico. Cuanto más tiempo pasan los niños, los
adolescentes y los jóvenes universitarios con sus dispositivos digitales,
peores son sus notas.
Problemas de salud
físicos y psicológicos: Desde obesidad, trastornos de la conducta alimentaria,
tabaquismo, alcoholismo, drogodependencia, hasta violencia, conductas sexuales
de riesgo, presión, sedentarismo, etcétera. La exposición digital también está
vinculada a problemas psicológicos como depresión, ansiedad, malestar,
suicidio, entre otros.
En una investigación se analizó cómo influye el consumo de
una hora diaria de televisión en niños de 3 años sobre el peso, la actividad
física y los hábitos alimentarios de esos mismos niños cuando alcanzan la edad
de 10 años. El resultado fue un aumento del 10% en la comida basura, una
reducción del 16% en frutas y verduras, disminución de la actividad física en
un 13%, y un incremento del 5% en su índice de masa corporal.
Esto se debe a que la lista de contenidos a los que están
expuestos nuestros niños constituye una amenaza para ellos y se extiende desde
el tabaco hasta el alcohol, pasando por la comida basura, el sexo, el
consumismo y los estereotipos en torno al cuerpo. Sin embargo, en este
inventario falta todavía un gigante: la violencia, la cual está omnipresente en
los espacios digitales y ha acabado convirtiéndose en un componente inevitable
en la vida de los menores en el mundo digital. Este elemento no solo aparece
por todas partes, sino que también está muy valorado y vinculado a todo tipo de
características positivas, entre ellas el poder, el dinero, la determinación o,
en el caso de los hombres, la virilidad.
Sabiendo todo esto, ¿qué
acciones debes llevar a cabo para que tu niño no adquiera adicción hacia las
pantallas? A continuación, te brindaré recomendaciones, no mías, sino las
que propone el neurocientífico Michelle:
Antes de los 6 años,
nada de pantallas: Los niños pequeños no las necesitan. En cambio,
necesitan que se les hable, que se les lean cuentos, que se les regalen libros.
Necesitan aburrirse, jugar, armar puzles, construir casitas con piezas de Lego,
correr, saltar y cantar. Todas estas actividades construyen su cerebro de una
forma mucho más segura y eficaz que cualquier pantalla lúdica.
A partir de los 6
años, como máximo entre 30 y 60 minutos al día en total.
Probablemente, esta es la buena noticia que brinda el
neurocientífico. En dosis moderadas, las pantallas no dañan, siempre y cuando
los contenidos sean adecuados. En particular, cuando el consumo diario
permanece por debajo de la media hora, no parece provocar impactos negativos
detectables. Cuando es entre 30 y 60 minutos, sí aparecen efectos, pero todo
indica que son lo suficientemente bajos y, en consecuencia, resultan
tolerables.
Nunca en el
dormitorio. Las pantallas en la habitación tienen consecuencias
particularmente desfavorables, pues incrementan el tiempo de uso, sobre todo
restando horas al sueño, y facilitan el acceso a contenidos inadecuados.
Nada de contenido sin
adecuados, ya sea en forma de videoclips, películas, series, videojuegos, y
demás. Los contenidos relacionados con la violencia, el sexo, el consumo de
tabaco, de alcohol, etc., tienen un profundo impacto en la manera en que los
niños y los adolescentes perciben el mundo.
Nunca por las mañanas
antes de ir al colegio, ya que las pantallas generan excitación y esto
agota durante mucho tiempo la capacidad intelectual del niño.
Nunca por las noches
antes de acostarse, ya que alteran en buena medida la duración y la calidad
del sueño. El menor se va de la cama más tarde y duerme peor. No expongas a tu
niño a los dispositivos por lo menos una hora y media antes de acostarlo.
Bien, como te darás cuenta, el estar expuesto mucho tiempo a
una pantalla sí puede generar algo parecido a una adicción, o en todo caso,
ansiedad por verla nuevamente. Y esto no termina ahí, sino que además, su
exposición frecuente genera daños a nivel cerebral que comprometen muchas de
las habilidades, capacidades y destrezas de toda persona a cualquier edad, pero
mucho más en niños porque debido a que su cerebro está en crecimiento aún no
termina de consolidar muchas de estas capacidades.
Para evitar generar daños en tu niño, por favor, toma las
recomendaciones aquí brindadas.