¿Tu hijo no avanza
como debería en su desarrollo? No habla, no responde, no te mira a la cara
cuando le llamas, no se relaciona con los demás o no hace lo que debería para
la edad que tiene de forma general. Si aprecias que tu hijo tiene algún
problema en su desarrollo, quiero guiarte en el camino que debe seguir para
encontrar el motivo y la solución.
Los trastornos del neurodesarrollo son un grupo de
patologías de origen principalmente genético que aparecen como consecuencias de
alteraciones en el proceso de desarrollo del sistema nervioso, y desencadenan un
mal funcionamiento de las áreas cerebro encargadas de controlar el aprendizaje,
la conducta o las relaciones sociales de los niños. En total, hay ocho tipos.
El primero es el
trastorno del espectro autista, donde nos encontramos con un trastorno a
nivel de comunicación que hace que los niños tengan problemas para comunicarse
con otros, un trastorno en las relaciones sociales que hace que los niños no
sean capaces de relacionarse y entender la forma de comunicarse a nivel social
con otras personas. También encontraremos patrones de conductas inflexibles y
repetitivos que nos llamarán la atención, ya que dificultan realizar
actividades normales tanto en casa como en la escuela.
El segundo es el TDAH,
donde nos podemos encontrar con tres síntomas diferentes: el déficit de
atención, que es el principal responsable de los problemas de aprendizaje de
los niños; la hiperactividad, una de las principales causas de dificultades en
las relaciones sociales; y la impulsividad, que principalmente genera problemas
de conducta o comportamiento.
Luego, tenemos los
trastornos del aprendizaje, que son la dislexia, la disgrafía o la
discalculia. Como su propio nombre indica, generan problemas en la
lectoescritura.
Como cuarto punto, están
los trastornos de la comunicación y el lenguaje. Los más conocidos son el
trastorno específico del lenguaje, en el que los niños tienen dificultades para
articular y pronunciar adecuadamente las palabras, y el retraso simple del
lenguaje, en el que el desarrollo del lenguaje es normal pero simplemente un
poco más atrasado. Otros problemas incluyen la disfemia o tartamudez, donde a
los niños les cuesta controlar la manera de articular bien las palabras.
En quinto lugar,
tenemos los trastornos del movimiento, que son poco valorados. Por un lado,
los tics son los más frecuentes, como las manías y movimientos costumbres
anómalas que vemos en los niños. También hay otros, como las estereotipias, que
preocupan mucho a los padres porque generalmente se asocian al autismo.
Los trastornos de la
conducta alimentaria son el sexto punto. Aunque no tengamos mucha
concepción de esto y creamos que es un problema puramente psiquiátrico, sí está
relacionado con el desarrollo. Hay un problema en el control de los impulsos,
como vemos en el TDAH, pero aquí se relaciona exclusivamente con la
alimentación. Hablamos de la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón,
que son mucho más frecuentes de lo que nos podemos imaginar.
En séptimo lugar,
está el trastorno obsesivo-compulsivo, en el que encontramos manías y rituales.
Las manías son las típicas que muchos de nosotros hemos tenido de pequeños,
como no pisar las rayitas de las losas de la calle o ir solo por los pasos de
peatones en la zona blanca. Sin embargo, cuando llegan al punto obsesivo, si no
se realizan, pueden causar problemas en el día a día.
Por último, dentro de
los trastornos del neurodesarrollo, tenemos el retraso mental, donde hay un
problema en el funcionamiento cognitivo que hace que los chicos no sean capaces
de desarrollar una inteligencia normal.
En cuanto a las causas, hay dos tipos principales de
problemas en el trastorno del neurodesarrollo. La mayoría de los factores que predisponen o provocan trastornos del
neurodesarrollo son genéticos, ya sean heredados de los padres o de otros
ancestros, o por mutaciones y alteraciones genéticas durante el embarazo.
Además, durante el embarazo, otros factores como el consumo de alcohol o
tabaco, la prematuridad o el bajo peso al nacer, pueden desencadenar problemas
de aprendizaje como la dislexia, el TDAH u otros trastornos del desarrollo.
En resumen, como consecuencia del mal funcionamiento de
diferentes áreas cerebrales, los
trastornos del neurodesarrollo generan alteraciones en los mecanismos
cerebrales que regulan los procesos neurológicos, desencadenando problemas de
aprendizaje, conducta y comportamiento en los niños. De hecho, la mayoría
de los problemas escolares no se deben a falta de esfuerzo, voluntad o
capacidad por parte de los niños, sino a problemas de aprendizaje.
Es fundamental, a la hora de poder actuar adecuadamente,
valorar de forma correcta al propio niño que, a pesar de esforzarse, no
consigue alcanzar los objetivos mínimos que para cualquier otro niño de su edad
acaban siendo sencillamente alcanzados. Debido a ello, él mismo y su entorno
tienen una percepción negativa. Por otro lado, es crucial poder establecer las
medidas de corrección o apoyo necesarias para solucionar o compensar las
dificultades que presenta un niño de esta característica en cada área de su
vida, ya sea a nivel de tratamiento o de terapia.
El problema es que, si no se identifica adecuadamente la
existencia de un trastorno del neurodesarrollo, la asistencia tanto por parte
de profesionales como de la familia va a ser completamente equivocada. De esta
forma, ante la existencia de problemas de aprendizaje, se optaría por pensar
que el niño tiene dificultades en su capacidad o en su voluntad, y la familia
le reprocharía esa falta de disposición o de resultados. Además, intentaría
reforzar con apoyo extraescolar, clases particulares, apoyo pedagógico y un
sinfín de extras a todas las necesidades, sin realmente conseguir ningún tipo
de resultados y, por supuesto, llegando al punto de frustración que hace que se
deje todo por perdido y se tire la toalla.
Si las principales dificultades se relacionan con las
relaciones sociales, todo el mundo podría pensar que es un niño inseguro e
introvertido y poco comunicativo, debido a una cuestión relacionada puramente
con su carácter o educativa, pero sin llegar a entender realmente sus problemas
y, por supuesto, sin poder ayudarle a solucionarlo de forma definitiva.
Finalmente, cuando el problema más importante es la mala conducta o el mal
comportamiento, equivocarse en la identificación y la forma de actuar es lo más
habitual.
Seguro que te ha pasado. Los padres tienden a pelear, a
castigar, a enfadarse y a frustrarse ante la falta de resultados cuando
intentan cambiar la conducta de sus hijos. Pero si no se detecta un problema de
autocontrol, la situación puede hacer una cosa con el tiempo: empeorar. Por el
contrario, si conseguimos identificar y tratar la causa en el momento adecuado,
podremos conseguir normalizar su situación y permitirle desarrollarse al 100%,
para conseguir una plena autonomía y felicidad.
Si tienes un hijo con problemas en su desarrollo neurológico
en el aprendizaje, en la conducta o en las relaciones sociales y quieres que te
guiemos por el camino correcto, contáctanos. En menos de 15 minutos y de forma
muy sencilla, podrás tener una idea bastante clara de qué le pasa a tu hijo y
de los pasos a seguir para ayudarles de una vez por todas.
Si tienes claro que quieres que valoremos a tu hijo o
quieres una segunda opinión, ponte en contacto ahora mismo con nosotros para
que analicemos tu caso y nos pongamos manos a la obra.